Una reseña de Angel Sandoval Sánchez**
En los últimos años ha aparecido una serie de publicaciones sobre historia local urbana, con un objetivo que comparten en el fondo todas estas obras: formación de identidad mediante la revaloración histórica del lugar en el cual se desarrolla cada estudio. El espacio, como objeto de estudio, se impone en la complejidad de las coyunturas sociales que se van desarrollando en el tiempo, sacrificándose la coherencia del relato en pos de un discurso histórico que busca enlazar un pasado casi mítico, cientos e incluso miles años antes, con una realidad social que no encuentra aún dicha relación con el pasado del espacio donde habitan. Las continuas olas migratorias se han encargado de ir borrando todo nexo entre los nuevos pobladores urbanos y los actores que alguna vez vivieron donde hoy habitan. El problema es grave, si consideramos que el desconocimiento de la importancia del patrimonio histórico genera su posterior abandono, deterioro y destrucción.
Presentación del libro de Alejandro Reyes (Centro Cultural de San Marcos, 04-07-2015)
¿Cómo generar un discurso histórico que pueda generar identidad pero a su vez aún conserve el ideal histórico de buscar problemas sin perder de vista el presente? La obra de Alejandro Reyes intenta dar una solución mediante el análisis de la historia de un sector periférico de la antigua Lima: los llamados Barrios Altos. Podemos decir que, en su esforzado intento, da pautas para forjar una pionera historia inmobiliaria: priorizando el análisis del espacio sin dejar de lado la dinámica social y su continuidad en el tiempo.
El primer problema que enfrenta el lector es la advertencia que hace el autor sobre su obra: el libro está destinado para un público no especializado. El inconveniente no va por romper el elitismo académico en el cual circula la mayoría de la historiografía actual. El dilema está en que la contextualización de cada coyuntura analizada pierde fuerza, denotando demasiada subjetividad, con el objetivo de hacer la lectura más comprensible al público en general.
Sin embargo, a medida que el lector logra tener en cuenta esta falencia y convivir con ella, puede llegar a descubrir la riqueza y los logros que tiene la obra: el análisis de la dinámica de los diversos grupos sociales que componen este espacio y la repercusión que tiene su accionar sobre el lugar donde viven.
Habíamos comentado que las migraciones constantes en la ciudad capital han podido ir borrando el nexo entre sociedades separadas por generaciones. Sin embargo, no han podido eliminar la vigencia de la propiedad como elemento de poder social, económico y político. Los nuevos actores que van entrando en la escena urbana solo terminan por consolidar en el tiempo ello. La nueva aristocracia emergente renueva e impulsa constantemente el mercado de tierras y propiedades, y ese ímpetu se mantiene desde la nobleza limeña del siglo XVIII, hasta los prósperos migrantes italianos, chinos y japoneses de los siglos posteriores.
Otro aspecto explorado por el autor es el empleo de la microhistoria como partida de análisis del mundo inmobiliario del siglo XIX, siendo los más elaborados los realizados en los monasterios. Tomemos el caso del monasterio de Santa Clara: mediante un seguimiento de las propiedades y rentas de éstas, el autor vislumbra el impacto de las coyunturas económicas en el ascenso de las nuevas aristocracias y la decadencia de las élites monacales. Una “revolución en la ocupación socio-espacial” que permite ver en Barrios Altos un mercado atractivo para la inversión y el flujo de capitales que se sostiene en todo el siglo. La mora y la lentitud de la justicia en procesos de desalojo se puede vislumbrar en el XIX como el principal desafío de los monasterios barrioaltinos, haciéndolos susceptibles de ingresar sus propiedades en el dinámico mercado de tierras, proceso en el cual perderán muchas de ellas de manera irreversible. Aquí encontramos otra idea: la importancia para las familias aristócratas en posicionar parientes en puestos claves en los monasterios para la obtención de información vital que les permita obtener una ventaja considerable en sus transacciones. El mercado de la información suele ser igual de relevante que el capital que uno dispone al entrar en el juego inmobiliario. El tratamiento eficiente y ordenado de las fuentes permite demostrar didácticamente en casos concretos procesos complejos como pueden ser cifras y datos económicos sin afectar el relato.
En esta dinámica inmobiliaria podemos encontrar a estos sectores populares marginados que el autor busca rescatar en su obra. En primer lugar, a los sectores sociales con cierto poder adquisitivo que figuran en las partidas de inquilinos y juicios por mora, detallando sus oficios e intereses mediante el uso dado a las propiedades arriendadas (pulperías, chinganas, callejones, chacras, etc.). Por otro lado, documentos sobre causas civiles, protocolos notariales, entre otros, permite al autor matizar el espectro social, pudiendo ilustrar la situación de otros autores como zapateros, sastres, albañiles, comerciantes, boticarios, entre otros. Por último, fuentes orales le ayudan a construir historias de vidas de músicos criollos de inicios del siglo XX, siendo el personaje a destacar Luis Dean Echevarría, “El payador”, quien reflejaría en sus canciones la esencia de la música popular de la época.
La idea del estudio del mercado inmobiliario permite incluso vislumbrar parte de la vida cultural de los pobladores barrioaltinos. Un caso a mencionar es el desarrollo del teatro chino. La gran demanda por espacios culturales propios de la cultura oriental por parte de la numerosa colonia china permite ceder a los empresarios chinos las exigencias tributarias municipales; sin embargo, su creciente poder económico permite cierto margen para maniobrar airosamente en las tensas negociaciones. Poder económico basado en la creciente necesidad del consumo cultural especializado.
El libro de Reyes busca romper este imaginario de Barrios Altos como un espacio marginado de la dinámica urbana y económica del Cercado limeño. Todas las evidencias que aporta la obra muestra claramente que Barrios Altos mantuvo una propia dinámica de mercado que permitió el flujo de capitales y ascenso social y económico de varias familias, guiadas por la importancia asignada a la tenencia, e incluso concentración, de propiedades. Ello permitió que grandes reformas urbanas se emprendieran en la zona, así como la construcción de imponentes casonas de residencia para estas nuevas aristocracias en pleno ascenso.
Y es aquí donde apreciamos el segundo inconveniente del libro. Más que problema, es el sinsabor que deja la obra que no termina de llegar hasta un pasado más inmediato. Problemas bien planteados, bien seguidos en el tiempo tiene un abrupto final en las primeras décadas del siglo XX, dejando al lector con ganas de ver el enlace directo entre ese Barrios Altos del ayer no tan diferente del presente. Alejandro Reyes no podrá haber resuelto la incógnita planteada al inicio; sin embargo, da nuevos aires a la historia urbana, alejándola del discurso romántico decimonónico, acercándola más a la historia inmobiliaria, una historia que podría vincular los intereses del ayer y del ahora en función de un problema: la propiedad.
*REYES FLORES, Alejandro (2015), Barrios Altos. La otra historia de Lima. Siglos XVIII-XX, Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Facultad de Ciencias Sociales. Fondo editorial.
** Bachiller en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Su correo es angel_396_13@hotmail.com